Elegido para un servicio realmente bello, desempeñado para la
Iglesia en íntima amistad con Jesús: este es el significado de una oración de
acción de gracias a Dios, en la plenitud de la alegría sacerdotal. Una plegaria
que el pasado viernes 8 de junio, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús,
hacía en la parroquia de El Salvador nuestro sacerdote D. Antonio López Castro,
quien fue ordenado presbítero el 8 de junio de 1968.
En la celebración eucarística, en la que estuvo arropado por
varios sacerdotes y amigos, D. Antonio confesaba emocionado que Dios le había
un precioso e inmerecido regalo al llamarle a esta vocación. Realmente es así,
pues para entender la vida de un sacerdote hay que preguntarse no tanto:
“¿Qué hace el sacerdote?”; sino más bien: “¿Quién es el sacerdote?”. Y la
respuesta es siempre y sólo una: el sacerdote es un enamorado de Jesucristo, es
su amigo —el Amigo amado, esperado, encontrado, alabado e implorado.
En este Año vocacional que estamos celebrando en nuestra
diócesis, con el recuerdo y acción de gracias por el ministerio confiado a D.
Antonio, seguimos pidiendo a Dios que no cese en enviar "trabajadores a
sus campos".